De saber que caería la lluvia así tan de repente, no habríamos salido de casa.
-No te preocupes, tampoco vamos a poder salir de esta laguna mientras no deje de llover.
De saber que caería la lluvia así tan de repente, no habríamos salido de casa.
-No te preocupes, tampoco vamos a poder salir de esta laguna mientras no deje de llover.
-Hace rato que te siento dar vueltas en la cama. ¿Qué te pasa, te sientes mal?
-No, es la inquietud que no me deja tranquilo; me ha robado el sueño. No sé qué hacer.
-Enciende la lámpara y no sigas en silencio. La inquietud es enemiga de la luz y del sonido. ¡Háblame!
Cada vez que te beso, me parece que ando por los aires.
¡Pero hombre, ten cuidado que tú no sabes volar!
El árbol creció hermoso, fuerte y gigante y sus amigos del bosque le envidiaban. Era el único que hablaba directamente con las nubes, mientras ellos solo murmuraban con los musgos y las enredaderas a ras del suelo.
Un día llegaron los taladores y lo tumbaron, mientras las motosierras entonaban su macabro cántico de muerte.
Le pareció que algo no cuadraba en la dolorosa escena que estaba presenciando. El hombre no denotaba tristeza en su rostro; se veía tranquilo con una sonrisa en sus labios.
Le preguntó por qué y él respondió:
-Mi hijo vivió diez años enfermo y sin esperanzas de mejoría.
-Quiero que mi partida te haga sentir alegre, pues será el fin del sufrimiento que vivimos todos estos años -, me dijo anoche antes de partir.